Bernard d'Espagnat. Premio Templeton 2009
- Detalles
- Categoría padre: DOCUMENTS
- Categoría: Documents
- Creado en Domingo, 27 Enero 2013 15:45
- Última actualización en Sábado, 20 Septiembre 2014 16:27
- Publicado el Domingo, 27 Enero 2013 15:45
- Escrito por Sara
- Visitas: 2676
BERNARD D’ ESPAGNAT, PREMIO TEMPLETON 2009
El físico y filósofo de las ciencias francés Bernard d’Espagnat, cuyas investigaciones sobre las implicaciones filosóficas de la física cuántica han arrojado nueva luz sobre la definición de la realidad y de los límites potenciales del conocimiento científico, ha sido galardonado con el Premio Templeton, dotado con un millón de libras esterlinas, el mayor premio anual del mundo. El nombre del ganador del Premio Templeton del año 2009 se hizo público por la Fundación Templeton en París el 16 de marzo, después de una rueda de prensa en la sede de la UNESCO.
Desde mediados de los años 1960 hasta comienzos de los años 1980, B. d’Espagnat - que cuenta ahora con 87 años- ha desempeñado la función de un pensador imaginativo y perspicaz en el campo de la investigación en física. Durante ese período, ha realizado importantes contribuciones a la profundización de los fundamentos de la mecánica cuántica, formulando así preguntas que acabaría respondiendo el teorema de las desigualdades de Bell. Sobre este punto, los resultados definitivos publicados en 1981 y 1982 establecieron que dichas desigualdades se incumplían exactamente como la mecánica cuántica había predicho que lo harían, resultado que ha servido de confirmación decisiva al fenómenos de la “relación deslocalizada”. A su vez, la referida confirmación ha supuesto una etapa importante en el desarrollo posterior de la “informática cuántica”, un ámbito muy floreciente de la investigación contemporánea que conjuga a la física, la informática y las matemáticas.
B. d’Espagnat, profesor emérito de física teórica en la Universidad de Paris-Sur, ha sabido ver la importancia filosófica de esos nuevos datos de la física en lo que se refiere a la naturaleza de la realidad. Sus reflexiones sobre este tema le llevaron de manera progresiva al concepto de “realidad velada”, entidad unificadora escondida cuya presencia se considera necesariamente subyacente a lo que percibimos como el tiempo, el espacio o la materia, conceptos considerados por la física cuántica como posibles meras apariencias. Desde entonces, sus trabajos y conferencias acerca de temas fundamentales como “¿cuáles son los conocimientos profundos que la ciencia nos revela acerca de la naturaleza de la realidad?” han suscitado numerosos debates entre científicos y filósofos.
Desde el comienzo de su carrera científica, B. d’Espagnat se interesó por la fundamentación de la física, lo que le llevó a establecer contacto con Louis de Broglie, Enrico Fermi, Niels Bohr, John Bell y muchos otros físicos eminentes del siglo XX. Junto con otros físicos, a lo largo de las décadas de 1960 y 1970 se dedicó especialmente al problema de las serias discrepancias entre la mecánica cuántica y nuestra visión “normal” del mundo. Sus artículos científicos de entonces inspiraron y estimularon la temprana realización de experimentos cruciales acerca del teorema de las desigualdades que el físico John Bell había publicado en 1964. El teorema mostraba que el concepto filosófico de atomismo -según el cual la naturaleza está formada por miríadas de objetos separados cuyo comportamiento puede ser entendido “localmente”, es decir, bajo la única influencia de su entorno inmediato- es incompatible con las predicciones de la mecánica cuántica. D’Espagnat anticipó que las desigualdades de Bell se incumplirían como lo había predicho la mecánica cuántica, aunque muchos físicos de esa época, siguiendo a Einstein, pensaban que el atomismo y la localización eran correctas y que la mecánica cuántica tenía que ser falsa. Siguiendo resultados anteriores obtenidos por John Clauser, los experimentos realizados por el físico francés Alain Aspect y sus colaboradores en 1981 y 1982 probaron que las atrevidas previsiones filosóficas de d’Espagnat tenían que ser ciertas: en efecto, las desigualdades de Bell se incumplían, con lo cual ya no sólo el atomismo sino también la “localización” era una descripción inviable del universo físico. Desde entonces, d’Espagnat ha escrito abundantemente y pronunciado conferencias sobre el significado filosófico de las verdades universales de la mecánica cuántica.
Sin embargo, subraya que la mecánica cuántica solamente predice resultados observacionales. Lejos de describir la realidad, sugiere que no sólo nuestros conceptos corrientes y cotidianos sobre las cosas, sino también nuestros conceptos científicos, se refieren sólo a los fenómenos, es decir, a las meras apariencias comunes a todos. Con todo, d’Espagnat observa que en ocasiones las experiencias falsan las teorías y que por ello tiene que haber, más allá de las meras apariencias, algo que resista y subyazca a los fenómenos; una “realidad velada” que la ciencia no describe sino que sólo vislumbra de manera incierta. Pero a la vez d’Espagnat insiste en que, contrariamente a quienes afirman que la materia es la única realidad, los sólidos argumentos científicos no pueden negar la posibilidad de que otros supuestos -incluida la espiritualidad- puedan proporcionar también perspectivas sobre la realidad última. Aunque acepta las implicaciones teológicas del término “realidad velada”, se previene ante su uso como justificación de doctrinas religiosas concretas que se pueden falsar con razones y hechos.
Al presentar la candidatura de d’Espagnat para el Premio Templeton, Nidhal Guessoum, profesor de física en la Universidad Americana de Sharjah en los Emiratos Árabes, escribió: “ha elaborado un trabajo coherente que muestra porqué es posible que el espíritu humano sea capaz de percibir realidades más profundas”. Afirma d’Espagnat que “estas percepciones nos brindan la posibilidad de que las cosas que observamos puedan ser interpretadas tentativamente como signos que nos proporcionan algunos indicios quizás no del todo equívocos de una realidad superior y, por tanto, que las formas más altas de la espiritualidad son plenamente compatibles con lo que parece emerger de la física contemporánea”.
En una declaración preparada para la rueda de prensa, d’Espagnat señaló que si bien la ciencia no puede decirnos nada cierto acerca de la naturaleza del ser, desde luego que tampoco puede decirnos con certeza que no exista. “El misterio no es algo negativo que tenga que eliminarse”, afirmó. “Por el contrario, es uno de los elementos constitutivos del ser”. D’Espagnat subrayó el papel de la ciencia en la comprensión de la realidad física, es decir, de la realidad de la experiencia o de la observación. Sin embargo, siguió advirtiendo que otras maneras de entender, como las artes, proporcionan perspectivas en la comprensión de la verdadera realidad que subyace tras las cosas y que describe como “el fondo de las cosas”. “Los sentimientos artísticos –afirmó- nos dejan sobre todo la impresión de un reino misterioso del cual sólo podemos captar un indicio”. “La ciencia y sólo la ciencia proporciona verdadero conocimiento. Pero por otro lado, la ciencia no tiene tal privilegio respecto al fondo de las cosas”.
El premio Templeton honra cada año en vida a una persona que a través de ideas, descubrimientos o trabajos prácticos haya contribuido de manera destacada a afirmar la dimensión espiritual de la vida. Instituido por el inversor mundial y filántropo ya fallecido Sir John Templeton, el Premio es una piedra angular de los esfuerzos internacionales de la Fundación John Templeton por servir de catalizador filantrópico de la investigación en áreas relacionadas con los más grandes problemas acerca de la vida, desde los descubrimientos de las leyes de la naturaleza y del universo hasta las preguntas sobre el amor, la gratitud, el perdón y la creatividad. El valor monetario del Premio se fija de modo que exceda siempre al de los premios Nobel, para subrayar el convencimiento de Templeton acerca de que los beneficios provinentes de descubrimientos que aclaran preguntas espirituales se pueden cuantificar por encima de las de otros respetables esfuerzos humanos.
John M. Templeton Jr., Doctor en Medicina, Profesor y Presidente de la Fundación Templeton e hijo de Sir John, observa que d’Espagnat ha utilizado de manera consecuente los criterios científicos más rigurosos para explotar mucho más allá del laboratorio las posibilidades que nos ofrece la ciencia. “En vez de conformarse en evaluar los límites de la mecánica cuántica –afirmó- [Bernard d’Espagnat] ha explorado lo ilimitado, los horizontes que han abierto los nuevos descubrimientos en el conocimiento en general y en las preguntas que inciden de pleno en el centro de nuestra existencia y de la humanidad”. El Premio Templeton 2009 será entregado oficialmente a d’Espagnat por S.A.R. Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, en una ceremonia privada en el Palacio de Buckingham el jueves 5 de mayo.
Bernard d’Espagnat nació el 22 de agosto de 1921 en Fourmagnac, Francia, pero pasó la mayor parte de su infancia en París, donde su padre, que era un pintor post impresionista, y su madre le educaron en el amor a la literatura clásica y a las artes. Acudió a algunas de las mejores escuelas de París y sintió inclinación por las humanidades, en especial por la filosofía. D’Espagnat relata que durante esos tempranos años, mientras paseaba en bicicleta por un ancho jardín campestre, fue cuando tuvo conciencia por primera vez de la belleza. Incluso ahora, dice, aquella experiencia original le sirve como “indicador hacia la realidad”. A pesar de su amor por la filosofía, d’Espagnat se centró en la ciencia y en las matemáticas, pensando que los avances de la filosofía requerirían el conocimiento y la práctica de la ciencia contemporánea. En 1939, d’Espagnat pensó entrar en la prestigiosa Escuela Politécnica de París, pero la Segunda Guerra Mundial dejó en suspenso su formación. En 1946 pudo comenzar por fin sus estudios. Animado por sus profesores, se convirtió en un joven investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y fue agregado al Instituto Henry Poincaré. En ese Instituto y bajo la dirección del ganador del Premio Nobel de Física de 1929 Luis de Broglie, realizó su tesis doctoral y obtuvo el Doctorado en Física por la Universidad de París-Sorbonne en 1950. D’Espagnat se trasladó a la Universidad de Chicago donde trabajó como ayudante de investigación con el físico Enrico Fermi y después se trasladó a la sede provisional del CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) en el Instituto de Física Teórica de Copenague dirigido por el físico Niels Bohr. Desde 1954 hasta 1959 trabajó como físico contratado y después como físico de plantilla en la sede permanente del CERN en Ginebra, ayudando a crear el grupo de física teórica del CERN, continuando a tiempo parcial hasta 1970. En 1959 fue nombrado profesor ayudante en la Universidad de París-Sorbonne y muy pronto fue profesor agregado en el nuevo centro científico creado en Orsay.
Aunque d’Espagnat gozaba de una fructífera colaboración con algunos de los físicos más sobresalientes del momento, seguía preocupado por la poca atención que muchos de ellos dispensaban a los problemas de interpretación que emergían de la mecánica cuántica. Su primer libro Conceptions of Contemporary Physics, publicado en 1965, se hacía esas preguntas y esbozaba posibles respuestas, subrayando su preocupación porque los científicos hicieran frente a las consecuencias derivadas de sus propios trabajos. Por consiguiente, d’Espagnat fue un temprano intérprete del significado filosófico profundo de los temas tratados en la investigación experimental sobre mecánica cuántica. En su artículo “The Quantum Theory and Reality” publicado por Scientific American en 1979, y en su famoso libro A la récherche du réel. Le régard d’un physicien de 1979, animaba a físicos y a filósofos a reflexionar de nuevo sobre cuestiones consideradas marginales desde antiguo, pero que todavía hoy sirven como base de nuevos campos de investigación sobre la naturaleza de la realidad.
Bruno Guiderdoni, director del Observatorio de Lión en el Centro de Investigación Astrofísica de Lión, recuerda que asistió a una de las conferencias de d’Espagnat como estudiante de postgrado en 1980, cuando la física cuántica se presentaba sólo como una serie de recetas de cálculo. “Quedé muy impresionado por las implicaciones filosóficas de lo que exponía”, afirmó; “uno tiene que ser consciente de que esos temas estaban completamente al margen de las clases magistrales usuales sobre física cuántica... él me ayudó a entender que realmente había un problema muy profundo en ese ámbito”. En su libro Le réel voilé, analyse des concepts quantiques, publicado en 1994, d’Espagnat acuñó el término “realidad velada” y explicó porqué hubo experimentos significativos en la década anterior que no restauraron el realismo convencional. Su libro Traité de physique et de philosophie fue publicado en Francia en 2002 y fue aclamado por Roland Omnès, profesor emérito de física teórica de la Universidad de París-Orsay, como “seguramente el libro más completo que se haya escrito sobre este asunto y probablemente lo seguirá siendo durante mucho tiempo...” Su libro más reciente es Candide et le physicien, escrito por Claude Saliceti y publicado en 2008, una guía divulgativa que responde a cincuenta preguntas que concretan y corrigen ideas preconcebidas en física contemporánea y que examinan la mayoría de cambios conceptuales y filosóficos que suponen esas ideas.
Bernard d’Espagnat y su esposa May de Schoutheete de Tervarent, de 59 años, viven en París y tienen dos hijas.